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Un adiós a la eternidad. Guillo Lemaitre artista plástico

El pintor cartagenero murió hoy después de batallar contra el Covid19. Siempre sostuvo que el arte, la religión y la metafísica se repiten. Afirmó que si se puede bañarse dos veces con la misma agua del rio, se calificaba reiterativo. “Me gusta repetir” y el consejo que le dijo a las nuevas generaciones, es que no investiguen su obra porque está errado completamente.

Cartagena-Colombia-Noticias625.co. 06-12-2020. El mundo de las artes en Cartagena está de luto con la sensible partida a la eternidad de Gastón ‘Guillo’ Lemaitre, al no poder ganar la batalla contra el Coronavirus. Gastón Lemaitre, no es sólo un conocido y reconocido artista cartagenero con una carrera de más de 30 años, sino un personaje con las marcas indelebles de su ciudad. Educado en La Esperanza y Teniente de Corbeta de la Escuela Naval de Cadetes,  estudió también dibujo y pintura en la Escuela de Bellas Artes y en algún momento de su vida fue alumno de Grau y Obregón.

El periodista y poeta, Gustavo Tatis Guerra, realizó la siguiente descripción: Tiene el alma a mano alzada y si le preguntan algo responde con colores, sílabas que provienen de su cantar de amores. Es Gastón Lemaitre. Su espíritu ha dibujado paraísos nacientes donde Eva es un árbol sacudido por los presentimientos y las intuiciones de un Adán descalzo y sediento. Ese mismo paraíso ha devenido en el tiempo en alegoría del ser humano en el límite y en la apertura, en el esplendor y el infierno. Gastón Lemaitre al que todos conocemos como Gastón Guillo es un artista de la imagen y la palabra. Sus metáforas visuales están antecedidas y complementadas con epifanías poéticas surrealistas.  El contrapunto entre Bretón y Picasso se resuelve en líneas certeras, de una síntesis magistral, siempre a mano alzada. En ella está el mundo como una anunciación y un campanazo de alerta: los arlequines y los duendes, los gnomos de las selvas vírgenes y amenazadas, los forajidos del poder aniquilador y los encantados de la música que aparecen con su guitarra que suena con la savia de las orquídeas intocadas, unos y otros, en reinos distintos y distantes. En su reino los enamorados en cuyos labios nacen vegetaciones de un paraíso alucinante. Dos poderes se enfrentan en esta obra pictórica: el amor y la muerte. El poder de los enamorados y los amantes que habitan un universo incontaminado, escaso y frágil, y el poder de quienes manipulan el destino de los hombres, las fronteras y las decisiones políticas.

Gastón Guillo ha sido fiel a sus llamados interiores y ha perseguido como un Adán insaciable el espejismo de la belleza. Todo ello tiene una alta revelación de goce supremo y dolor iluminado. Desprendido de las tentaciones cotidianas Gastón ha elegido el más difícil de los caminos: parecerse a él mismo reflejando a los demás. Su pintura tiene un aura de encantamiento en su frescura y contundencia. Sus criaturas son intimistas, alegóricas, muchas veces, viscerales y descarnadas, porque llevan consigo el doble reino del paraíso y el infierno. Pero sin dramatismos, Gastón Guillo tiene otra virtud adicional que acompaña a su obra: el sentido de lo lúdico que le permite ver a sus semejantes como plantas. A los hombres como raíces y a las mujeres como jardines a punto de florecer.

Este marinero con pinta de bucanero que parece haber salido de una novela de Melville o Conrad, se bajó del barco luego de conversar durante años con las soledades abisales y encontró el resplandor huidizo y misterioso de las criat.