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Coosalud presente en el Día Mundial de la Lucha contra el Sida

Hoy 01 de Diciembre se conmemora el Día Mundial de la lucha contra el Sida, con jornadas de educación para la prevención del contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, pruebas rápidas de VIH y entrega de kits y preservativos, entre otras acciones.

Cartagena-Colombia-Noicias625.co 01-12-2020. “El resultado de un diagnóstico no determina tu vida”. El diagnóstico oportuno y el tratamiento son claves para garantizar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes. Porque cada persona cuenta, Coosalud ratifica su #CompromisoPositivo contra el VIH.

La EPS Coosalud desarrolla diferentes actividades de prevención y educación en las diferentes sedes de las ciudades del país para lograr conciencia ciudadana y lograr prevenir y diagnosticar a tiempo.

En Barranquilla por ejemplo se desarrollará una jornada de sensibilización en la Plaza de la Paz, en la que se unen las Secretarías de Salud Departamental y Distrital, la organización liderada por Gloria*(una paciente que vive con la enfermedad) y otras entidades y dependencias públicas y privadas.

Coosalud a través de la campaña ‘Cada persona cuenta: #CompromisoPositivo contra el VIH’. Hará jornada de educación para la prevención del contagio de VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, pruebas rápidas de VIH y entrega de kits y preservativos, entre otras acciones.

En la Plaza de los Músicos, contigua a la estación Joe Arroyo de Transmetro, se realizan un acto significativo para homenajear a los pacientes que han fallecido a causa de la enfermedad.

Coosalud rescata la historia de la paciente Gloria Esther, usuaria de la EPS, que en julio de 2005, asistió al médico tras notar que algo no andaba bien en su organismo. Presentaba sed y sudoración excesiva, somnolencia y decaimiento constantes. Al principio creyó que se trataba de una consecuencia de su estado glicémico; sin embargo, en vista de que le habían practicado varios exámenes y todo salía normal, voluntariamente decidió solicitar la prueba de VIH.

“¿Viniste sola?”, indagó el doctor, previo a referirse a su diagnóstico. Ella enseguida tuvo claro lo vendría luego de ese interrogante. Cuando salió del consultorio eran alrededor de las 4:30 de la tarde, de repente, comenzó a caer un aguacero. Empezó a caminar en círculos, pero no avanzaba, pensaba en sus hijos (una joven y un adolescente), en que su mundo se derrumbaba ante sus ojos, sentía que su mente y su cuerpo no se conectaban. “Me quiero morir”, pensó, y esa sensación la acompañó durante varios días. Llegó llorando a casa y somatizó sus emociones con fiebre y diarrea; no podía pararse de la cama.

Para Gloria* no existe otra explicación. El contagio de VIH (virus de inmunodeficiencia humana) –infección con la que actualmente viven más de 38 millones de personas a nivel mundial2, de las cuales más de 109.000 residen en Colombia3– se dio a través de quien en esa época era su pareja; tenían más de tres años de relación. Así las cosas, su “error” había sido darse una segunda oportunidad en el amor, tras un año de haberse separado del papá de su hijo menor.

Un día cualquiera, como para la temporada de Carnaval, se reencontró con ese viejo amigo, a quien había visto por última vez unos 25 años atrás. Él acababa de volver de Europa, era (es) navegante. Entre varias salidas, se enamoró. Al cabo de un tiempo se fueron a vivir juntos. Era feliz. Dejó el restaurante del cual era propietaria y entró a trabajar en una sala de estética. Fue laborando ahí donde comenzó a identificar los síntomas. Él ya los había estado experimentando. Luego de un tiempo, las pruebas confirmarían el diagnóstico positivo para él.

El reto de salir adelante

En su hermana mayor, la única persona a la que le había contado, encontró el apoyo inicial. Por recomendación suya asistió a un evento de Onusida, programa de la Organización de las Naciones Unidas que lidera la lucha contra el sida en el mundo. Gracias a este, conoció la Fundación Esperanza para la Vida, liderada por un médico epidemiólogo del entonces Instituto de Seguros Sociales (ya liquidado) que, según ella relata, había atendido los primeros casos de VIH de la ciudad en los años 80, y se sumó al grupo de apoyo de la entidad.

“Yo tengo 9 años”, mencionó alguien; “yo 13”, dijo alguien más, “y yo 5”… Confundida, indagó acerca de a qué se referían. Se trataba de los años que cada una de esas personas tenía viviendo con el virus. “Ahí vi un camino de esperanza que se me abría. Descubrí que no era la única y que la vida no se acababa. Que tenía VIH, pero no el temible sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida). Me empoderé y me entregué a la fundación, de la cual fui voluntaria por unos tres años”, comenta.

Hoy Gloria* tiene 65 años, es líder y activista en VIH. Fundó el grupo comunitario Manos Unidas –que está en proceso de convertirse en fundación–, desde donde ayuda a otras personas, principalmente mujeres, a afrontar la vida con el virus. Por este han pasado alrededor de 400 diagnosticados.

“El resultado de un diagnóstico no determina tu vida”, declara esta barranquillera acerca del principal aprendizaje que le ha dejado vivir más de 15 años con el virus. Por fortuna, en su caso, logró salir adelante gracias a un diagnóstico temprano y un tratamiento oportuno. Actualmente, su esquema consiste en la ingesta de dos pastillas diarias y el seguimiento periódico por parte de su médico tratante.

No obstante, asegura que aún hay mucho que trabajar frente a la lucha contra el VIH y el sida, incluso en cuanto a lo relacionado con el estigma asociado a estos. “La discriminación es el síntoma más fuerte del virus”, manifiesta.